https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3290

Vol. 64 (105), 2024, pp.471-510 -Segundo semestre / julio-diciembre

ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179

Depósito legal: pp. 195202DF47

Artículo

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(RAE, actualización 2023), y estos sus significantes para el hablante andino: [igo] y [seboʝao] /[seboʎa] .

¿Cómo era la estructura fonética en el latín y cómo llega hasta nosotros este par de piezas léxica? Queda atestado que varias generaciones acordaron la desfonolización de -f y también en final de palabras, -sobre todo del caso acusativo-, el paso de una posterior alta a una media u > o, así consiguieron que ficus deviniera en higo .

Con respeto a cebolla , también grupos generacionales decidieron que la oclusiva bilabial sorda (-p) en contexto intervocálico se transformara en oclusiva bilabial sonora (-b). El Corpus Diacrónico del Español (CORDE) ubica dos veces a “çebolla” en el Cantar de mío Cid, es decir, cerca del año de 1140. Como se cree palabra proparoxítona, no llama la atención que el fonema vocálico -u fuera alterado, le bajaron su altura (-o), también se perdió el rasgo sordo y se mantuvo la fricción. Por consiguiente, se admite que cebolla proviene de cepŭlla. Cabe apuntar que la Academia en el Tomo II, 1729, ya la precisa como cebolla. Con respecto a la forma, Covarrubias (1611) coincide, pero sugirió un dato etimológico distinto. Apoyándose en el padre fray Pedro de Palencia, cree que podría originarse de la voz arábiga çabala, no así Corominas (1987), quien la cree voz latina. El origen de higo no amina controversia. Con la forma actual, el CORDE la localiza cerca del 1460 en Profecía y el Diccionario de Autoridades en el Tomo IV publicado en 1734, lo define como “la fruta que da la higuera” a más de ofrecer otros detalles acerca de su forma, sabor, colores, etc.

También hay palabras patrimoniales que no gozan de igual vigorosidad en España y Ecuador como ocurre con durazno. En el texto Vivir in Between, Ampuero (2014) narra sus tropiezos frente a la diversidad léxica. Durazno, esa voz que dice la interlocutora madrileña que desconoce, es voz patrimonial, uno de sus antepasados la abandonó, no la transfirió a la generación sucesiva. Proviene de la forma latina duracĭnus que, además de entrañar un cambio esporádico (cĭ > θ ) porque escapa a las leyes fonéticas reconocidas, podría explicarse como síncopa de -i y sustitución de -c, oclusiva velar sorda, por una sibilante.

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Si bien en la variedad estándar del español americano se homogénea en el seseo, no ocurre / ʝ/ - /ʎ/, pues su

oposición es uno rasgo característicos del habla serrana ecuatoriana con respecto a otras zonas donde predomina el yeísmo (Cfr. Haboud y Vega, 2008).

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En latín -us denota sustantivo masculino de la segunda declinación.

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Aunque suene a reiteración se dirá que, más tarde, se consolidará en América como /s/.