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Artículo
https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3276
principios rectores y metodologías propias de esta disciplina, posibilitan una contextualización adecuada, con miras al abordaje analítico de los campos léxicos seleccionados y su aporte en la caracterización de las variedades diatópicas colombianas.
En este marco, es importante recordar que la dialectología tradicional, esto es, aquella
que surgió en la segunda mitad del siglo
XIX,
con los estudios de Wenker (1876; citado por
Hernández Campoy, 1993) en Alemania, buscaba señalar, sobre todo, las delimitaciones geográficas de las variaciones del habla y, de este modo, elaborar mapas en los que se identificaran las isoglosas y los isófonos. En esta medida, puede decirse que buscaba establecer fronteras dialectales (Hernández Campoy, 1993). De estos mapas dialectales, el dialecto surge como un concepto delimitado, discreto, de características determinadas y fijas, confinado en un espacio territorial. Sin embargo, ya a finales del siglo XX, estudios posteriores mostraron que las isoglosas no eran fronteras fijas, sino difusas, en las cuales rasgos fonético-fonológicos, léxicos, morfológicos, etc., se sobreponían sin un orden aparente y, en muchos casos, con la apariencia de fenómenos casuales.
En esta medida, el concepto de dialecto se transformó, pues ya no puede considerarse como un conjunto de rasgos típicos de una comunidad de habla, en una geografía delimitada, sino como un continuum en permanente transformación. Para Francis (1983), quien analiza esta problemática a la que se enfrenta la dialectología tradicional, si bien no existen fronteras dialectales definidas y delimitadas de manera tajante, la lengua experimenta un cambio y variación de carácter gradual, continuo y acumulativo en el espacio geográfico. En lugar de dialectos claramente deslindados, lo que encontramos son continuum dialectales donde los rasgos lingüísticos se van modificando de forma paulatina, sin rupturas abruptas entre una y otra variedad, a medida que nos desplazamos por el territorio.
Es en el contexto de estos hallazgos que se proponen núcleos centrales, áreas focales, áreas de transición, haces de isoglosas, cuñas de avance y áreas remanentes. Estas categorías permiten la subdivisión de la geografía isoglósica tradicional en subáreas, que van desde aquellas más nucleares o centrales hasta aquellas más periféricas en las cuales los rasgos de dialectos adyacentes se solapan de forma gradual. Desde este punto de vista, el dialecto es una entidad relativa en la cual las características de la lengua se oponen solo a nivel de las áreas focales y no de las de transición.