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Artículo

https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3276

Finalmente, y para efectos de este artículo, es importante introducir los avances de la dialectología desde los estudios de actitudes lingüísticas, particularmente en el campo de la dialectología perceptual, que indaga respecto a la conciencia lingüística de los hablantes hacia el prestigio de su variedad lingüística y hacia su semejanza con otras variedades dialectales (Moreno Fernández, 1993). Para Anders et al. (2010), las percepciones de los hablantes pueden ser concurrentes o divergentes respecto a los rasgos de un dialecto; la concurrencia y la divergencia definen el prestigio de una variedad y sus posibilidades de difusión. Entre tanto, para Iannáccaro & Dell’Aquila (2001) la dialectología perceptual se relaciona con la geografía y es una mirada hacia el espectro dialectal desde el interior del hablante, a diferencia de la dialectología tradicional que se centra en la observación exterior de los rasgos dialectales. En esta medida, se fundamenta en conceptos relacionados con una perspectiva mentalista de las actitudes lingüísticas y en conceptos como la seguridad o la inseguridad lingüística (López Morales, 1989).

A partir de esta breve descripción de la evolución de la disciplina, se puede observar que la dialectología avanzó de un concepto estático de dialecto hacia una noción dinámica y mentalista, en razón de que los rasgos lingüísticos se desplazan por la geografía de un territorio, a partir de tensiones de la estructura social, y se direccionan en modelos de difusión que pueden interpretarse desde la geografía humana. Del mismo modo, la caracterización de un mapa dialectal no solo tiene aspectos observables desde el exterior, es decir, como un fenómeno que el investigador puede indagar a partir de sus percepciones, sino también como un objeto de estudio interior al cual se puede acceder desde las percepciones de los propios hablantes.

Esta conceptualización de la dialectología como un campo interdisciplinar es relevante para nuestro estudio, pues devela sus estrechos vínculos con otras áreas del conocimiento ―la antropología, la etnografía, la historia y los estudios culturales, para citar algunas―. Por ello, se justifica que hayamos seleccionado los campos léxicos de la gastronomía y la música para ejemplificar la variación dialectal en un país pluricultural como Colombia, porque ambas son manifestaciones culturales íntimamente ligadas a las tradiciones, cosmovisiones, modos de vida y legados históricos de los distintos pueblos que conforman la diversidad étnica colombiana.