Recientemente, en estos últimos años postpandemia, en junio de 2022, apareció
públicamente una mujer colombiana que se hizo tendencia en las redes sociales… ¿Pudieron
conocerla en las redes? Bueno, me dirán que eso es lo que ocurre frecuentemente: aparece
alguien que se hace viral en las plataformas. Y es cierto. Pero esta mujer se viralizó
rápidamente por hacer algo muy particular. ¡Hablaba extraterrestre, la muy extraterrestre!
Muy probablemente quien viera los videos la juzgaría, de inmediato, loca; pues asegura que
habla el idioma de los extraterrestres. ¿Será posible? Confieso que no pude parar de reír la
primera vez que la vi en un video. Por supuesto que me dije: ¡y esta hija de… Chewbacca!
Vino a mi mente una avalancha de imágenes y sonidos guardados en la memoria; y recordé
mi extraordinario súper código secreto “cutí”. Recordé también las “lenguaradas” de mis
hijos (y de todo bebé pequeño) cuando aún no hablaban formalmente nuestro idioma. Pensé
también en los conjuros en latín; y por supuesto, en todos los idiomas inventados para la
recreación, producto de la ficción, presentes en algunos famosos libros y películas. No se
imaginan la indignación que sufrí. Casi me orino del ataque de risa, también. Seguro, a alguno
de ustedes le pasó igual.
Mi indignación fue por la osadía y el supuesto lenguaje extraterrestre viralizado por
la médium colombiana. Obviamente, no es tal. Expertos académicos coinciden en que lo que
utiliza esta mujer al hablar en su show mediático son algunos sonidos de la lengua sumeria.
Para quien no lo sepa todavía, el sumerio fue el idioma del antiguo Sumer, que se habló en
la antigua Mesopotamia. Como idioma, no existe, porque ya es una lengua muerta. Muerta,
muertita. Pero, si volvemos a la idea de que el hombre ha creado todos los idiomas del mundo,
quizás no sea tan descabellado pensar que somos también parientes de los extraterrestres.
Dicen por ahí que la estrella de Belén era un Ovni, y que Jesús, quizás, fue allegado de los
Anunnaki. ¡Vaya usted a saber! ¿Qué dicen ustedes?
Mientras tanto, me sirvo una espumosa bien fría y canturreo camino a mi hamaca,
desde donde veo el mar y el oscuro cielo estrellado. Tarareo los versos de una canción de mis
recuerdos, que llega a mi balcón (que, por cierto, de vez en cuando, como hoy, coloca mi
vecino), muy popular, a ritmo de cha cha cha, que se adelantó al gran alunizaje de Armstrong,