Relatos enmarcados. Pinacoteca simbólica - verbal estructurada en
Pecado, novela de Laura Restrepo
Iraida Lisandra Bárzaga Morales
Artículo
traición, el engaño, el perjurio y la dureza de corazón” (Gámez, 2017, p. 106). Esta
afirmación coincide con la caracterización de otro personaje, Angelito, un maleante, ladrón,
avaro, capaz de asesinar para conseguir su propósito; un exponente verdadero del Mal,
“otro angelito caído al pantano” (Restrepo, 2016, p. 141).
Empero, lo interesante de esta parte, además de Angelito y su accionar, para la idea
de contaminación interartística, radica en cómo la narración presenta a un barrio dividido
mediante remisiones explícitas al título del tríptico, como se corrobora en la cita siguiente:
Lo bonito de este barrio viene siendo el nombre. Este barrio que en realidad vienen
siendo dos, divididos por una cañada: este de arriba y el de más abajo. Bautizados
por los fundadores - invasores de cojones - como El Jardín, el de arriba, y Las
Delicias, el más de abajo. (Restrepo, 2016, p. 151)
La escritora, con esta división, emplea su literatura como tribuna e introduce y
cuestiona el tema de la marginalidad y la segregación perceptible en varios países, con foco
en Colombia, que es su país originario, al cual alude frecuentemente en su narrativa y esta
novela, no es la excepción. “Para los habitantes de abajo, estas barriadas eran, y aún siguen
siendo, territorio prohibido que los acecha y desvela. Allá abajote la ciudad, y acá arribota
las comunas, rodeándola como anillo de fuego, apretándole el cuello, respirándole encima”
(Restrepo, 2016, p. 152).
El episodio es un ejemplo de la paradoja social que ha tipificado a Colombia y a
muchos países, en los cuales son bastante marcadas las diferencias sociales y de clase que,
finalmente, inciden en el comportamiento de gran parte de sus habitantes. Los marginales
son caricaturizados como los maleducados, los malvados, los delincuentes, los drogadictos
y los antisociales; el personaje textual que vive en “ese barrio escarpado donde todo rueda y
va a parar al piso” (Restrepo, 2016, p. 156), lo confirma. Estas ideas son sostenidas en el
relato mediante el intertexto con la obra pictórica para el incremento icónico.
Para ahondar en la cotidianidad del barrio en el que vive Angelito, Restrepo escribe:
“a su alrededor pululan las putas, las peleas a machete, la venta de basuco y el vómito de
borracho, porque ésta viene siendo la olla más podrida, el último rincón del infierno: las
peores goteras del Paraíso” (Restrepo, 2016, p. 165). Con este lenguaje bastante coloquial