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empujamos al hijueputa cuando entraba y ahí empezó la cagadera del puto de
mierda este que no se quedaba callado y a mí me daban ganas de reventarlo ahí
nomás al hijueputa, pero aquel loco me hizo señas que no, y ahuevo, el ruido y todo
el rollo, pensé, y ya no lo reventé (Orellana Suárez, 2019, p. 50).
En este fragmento de Yurique (2019), Camilo Valenzuela cuenta cómo un trato con
Hipólito Estrada y con los pandilleros lo hacen caminar por sectores minados de sujetos
pandilleriles. Sin embargo, en la cita el personaje Camilo Valenzuela describe a los
interlocutores pandilleriles como personajes jóvenes, el estilo de su vestimenta y sus armas
de fuego, por lo que, al narrar su fisonomía y sus objetos (armas de fuego) se unen dos
partículas categoriales, la primera es caracterización impresionista y la segunda
caracterización emblemática:
El inspector volvió a marcar su celular. Habló con un pandillero y doblamos en la
siguiente esquina. Al frente estaba otro grupo de pandilleros, parecía que tenían
algo en las manos. Serían unos quince. El auto se detuvo. Entonces pude percatarme
de lo que tenían en las manos, eran botellas de cerveza Regia. Al menos no eran
armas, pensé. Nos fueron rodeando pausadamente como lo hacen los zombis en las
películas, pero sin acercarse demasiado, eran bastante jóvenes, ninguno parecía
pasar de los veinte años; rapados, al menos la mitad sin camisa, jeans, zapatillas de
deporte y una botella gorda en las manos de cada uno de ellos. Varios llevaban
armas cortas muy visibles (Ayalá, 2019, p. 145).
En el cuento El sueño (2022), circula la descripción del personaje principal que la
noticia del asesinato de Fefe fue en manos de unos pandilleros, quienes lo bañaron de
plomo por (el motivo de) ganarle a un equipo de fútbol. En efecto, el personaje principal
brinda la secuencia de partículas de los personajes pandilleriles, ya que menciona acciones
violentas y asesinatos, dos condiciones para que la cita pertenezca a la caracterización
impresionista:
A las horas, cuando mi madre pudo llegar a recogerme, supimos por boca de la
Niña Ani, que a Fefe le habían dado un total de 13 balazos en el pecho, y le había
grabado el número 10 de su camiseta de fútbol en la espalda. Todo parecía haber
ocurrido porque en las semifinales contra el Santa Ritas FC el Federico terminó
dándonos el gane, y metiendo 5 goles muy limpios en la portería enemiga (Moz,
párrafo 3, 2022).