Vol. 62 (100), 2022 - ISSN L 0459-1283
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en la integración de los distintos procesos en cada una de las habilidades lingüísticas. La
función comunicativa mantiene su vigencia mientras el docente sepa para qué la enseña y el
aprendiz precise para qué la aprende. De una dinámica pedagógica que atienda
integralmente el desarrollo lingüístico y cognitivo del estudiantado se desglosan los
criterios para el raciocinio, para expresarse, para ser libres, para ejercer ciudadanía, para
crear, para transformarse y resolver problemas, para interactuar, para integrarse en cada
situación comunicativa, para aprender, para autoevaluarse, para autocriticarse, para evaluar
y criticar a otros. En síntesis, para estimular el desarrollo de la función epistémica del
lenguaje que junto al componente emocional deben proveer al aprendiz el combustible
energético pertinente para cumplir la ruta y construcción de conocimiento, así como
practicar la interacción lingüística. Ciertas actitudes como la responsabilidad, la disciplina,
el compromiso, la selección de la estrategia y de la práctica favorecen el intercambio de
saberes en la reciprocidad interactiva entre el docente y el aprendiz. Se demanda también
asumir la relación lengua-pensamiento en todas las prácticas verbales y no verbales, en
todas las prácticas discursivas, porque urge cambiar el desempeño académico del
estudiantado.
La clase de lengua
La interacción en esta área en el desarrollo de la clase implica la activación de la
tríada pedagógica, en la unificación entre el docente innovador, los aprendices activos,
comprometidos, responsables y los contenidos específicos derivados del currículo, pero
útiles para la convivencia humana. La investigación ha llegado a este espacio y son
cuantiosas las fuentes que reportan información en torno al tema, en la selección realizada
subrayan diversos estudios nacionales (Páez U., 1996; Sánchez de R., 1990, 1993, 1994;
Sánchez de R. y Barrera L., 1992; Serrón, 2001, 2003, 2004; Fraca, Maurera y Silva, 2002;
Fraca, 2003; Caldera, 2003; Jáimez, 2004; Mostacero, 2006; Arnáez, 2006; Serrano y
Madrid, 2007; Silva y González, 2010; Jáimez y Fernández, 2010; Jáimez y Adrián, 2010)
y estudios internacionales (Flower y Hayes, 1980; Scardamalia y Bereiter, 1992; van Dijk,
1996; Jolibert, 1991; Cassany, Luna y Sanz, 2003; Martínez, 2001; Camps, 2004; Carlino,
2004, 2005; Miranda, 2007; Carlino y Martínez, 2009, Sánchez y Borzone, 2010, entre
Instituto Venezolano de Investigaciones
Lingüísticas
y
Literarias “Andrés Bello”