Para ello, se considera fundamental involucrar dentro de los procesos de ense-
ñanza, la creación de espacios para la investigación, como una práctica recurrente, siste-
mática y guiada que aporte a la búsqueda de hallazgos, de aspectos incompletos e inaca-
bados, así como inconsistencias que pueden resolverse en el plano de la indagación; estas
comunidades de investigación, como las denomina Lipman, tienen propósitos específicos
asociados con el diálogo profundo, el cual, como habilidad asociada con el operar del
pensamiento superior, propicia la valoración crítica, analítica y reflexiva que facilite la
precisión de razonamientos lógicos.
Lograr esta profundidad analítica no es más que el resultado de la guiatura del
docente en torno a la revisión de los elementos tangenciales, de las verdades subyacentes
en las afirmaciones y de la valoración acuciosa que procura la identificación de nuevos
significados con el afán de transformar las ideas existentes, los conocimientos previos y
sustanciar las afirmaciones que gozan tanto de credibilidad como de validez. En Lipman,
la verdadera enseñanza debe conducir a la comprensión del mundo, de los fenómenos y
de la realidad en la que el sujeto se encuentra inmerso, proceso que demanda formar para
pensar de la mejor manera, es decir, deduciendo relaciones y estableciendo conexiones
epistémicas que conduzca a nuevas visiones sobre lo ya dicho.
En este sentido, orientar en la comprensión crítico-reflexiva del conocimiento
existente, plantea según Lipman, una enseñanza capaz de potenciar en el sujeto actitudes
dialogantes, cuya disposición para enfrentar la complejidad cuenta con la apertura y la
disposición analítica para estimar lo verdaderamente significativo; por ende, es tarea del
docente implicar a los estudiantes en experiencias que realmente motiven su interés, como
requerimiento para instarlos a proceder de manera recurrente en torno a tres operaciones
importantes: reflexionar, razonar y producir ideas tanto originales como lógicas, cuyo
contenido goce de las premisas que lo hagan creíble.
En Lipman, este proceder no solo es el resultado de operativizar el pensamiento
de orden superior, sino además, de integrar en cada sesión de clase el sentido de recipro-
cidad y cooperación, como valores de los que depende el accionar creativo, la posibilidad
de ver lo no estimado por sí mismo pero si valorado por otros, la ampliación de los pro-
cesos de comprensión mediante el diálogo, las conversaciones y el manejo de las discu-
siones, como estrategias enriquecedoras que favorecen la precisión de aspectos tangen-
ciales, importantes y que por su relevancia fortalecen la construcción de conexiones entre
posiciones teóricas aparentemente disímiles.
En razón de lo propuesto, se puede afirmar que es través de la enseñanza que
fomenta la participación tanto activa como autónoma, que afloran procesos importantes
para la vida académica, tal es el caso de la creatividad y la innovación, a los que se le
adjudica la posibilidad de explorar otras alternativas para comprender, otras miradas en
ocasiones no exploradas y, de este modo alumbrar nuevas ideas, así como instando a “la