FORMACIÓN DE UN EXITOSO CARAQUEÑO DE ENTRESIGLOS. EL CASO DEL

INGENIERO-ARQUITECTO ALEJANDRO CHATAING, 1874-1928

 

 

 

Jesús Rafael Galíndez López[1]

rgalindez.fau.ucv@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-7210-7523

Universidad Central de Venezuela

Facultad de Arquitectura y Urbanismo

 

Recibido: 30/07/2022   Aprobado: 20/09/2022

 

RESUMEN

Este artículo se construye como una exploración y análisis de documentos con base en la revisión de fuentes primarias, secundarias y hemerográficas, para ofrecer los resultados parciales de una investigación cuyo objetivo es aportar una visión de la educación en Venezuela a finales del siglo XIX, a través del recorrido formativo del Ingeniero-Arquitecto Alejandro Chataing, uno de los principales protagonistas de la arquitectura y construcción del entresiglos venezolano. La investigación histórica dio a conocer el difícil itinerario de la educación venezolana en el siglo XIX, y el caso particular de Chataing quien, a partir de su experiencia con la educación pública y privada, unido al acompañamiento de su maestro y mentor el Ingeniero Juan Hurtado Manrique, logra destacar como uno de los más brillantes profesionales de finales del siglo XIX y tres primeras décadas del siglo XX.

Palabras clave: educación en el siglo XIX; Alejandro Chataing; Juan Hurtado Manrique; Agustín Aveledo; Academia de Bellas Artes de Caracas; Universidad Central de Venezuela.

 

 

FORMATION OF A SUCCESSFUL CARAQUEÑO OF ENTRESIGOS. THE CASE OF THE ENGINEER-ARCHITECT

ALEJANDRO CHATAING, 1874-1928

 

ABSTRACT

This article, based on the review of primary, secondary and miscellaneous sources, offers the partial results of a research whose objective is to provide an insight of education in Venezuela at the end of the 19th century, through the academic journey of the Engineer-Architect Alejandro Chataing, one of the main characters of the architecture and construction of Venezuela at the turn of the century. The historical research revealed the difficult itinerary of Venezuelan education in the 19th century, and the particular case of Chataing who, based on his development with public and private education, together with the support of his teacher and mentor Engineer Juan Hurtado Manrique, managed to stand out as one of the most brilliant professionals of the late 19th century and the first three decades of the 20th century.

Keywords: education in the 19th century; Alejandro Chataing; Juan Hurtado Manrique; Agustín Aveledo; Academia de Bellas Artes de Caracas; Universidad Central de Venezuela.

 

 

Introducción

 

El siglo XIX en Venezuela fue espectador de grandes y profundos cambios que, a través del sangriento y tortuoso recorrido de las guerras independentistas y caudillistas, unidos a la actuación de grandes hombres en diferentes campos del saber, condujeron a la conformación de una República Federal que buscó estar a la par de las mejores de Latinoamérica; estabilizada, en gran parte, a la llegada de los andinos al poder a comienzos del siglo XX. Durante este período, la educación venezolana experimentará importantes cambios, evidenciados en la formación y desarrollo de connotados personajes quienes, dando fe de ello, contribuyeron en la forja de la nación.

 

Este artículo ofrece los resultados parciales de una investigación cuyo objetivo es aportar una visión de la educación en Venezuela a finales del siglo XIX, a través del recorrido formativo del Ingeniero-Arquitecto Alejandro Chataing, uno de los principales protagonistas de la arquitectura y construcción del entresiglos en Venezuela. La investigación se basa en la revisión de fuentes primarias, secundarias y hemerográficas, que muestran el difícil recorrido de la educación venezolana, en el siglo XIX, estudiando un aspecto de la educación pública y privada, y en particular, el caso de la ingeniería y la arquitectura, observado a través del análisis histórico documental de la formación de Alejandro Chataing, como caso de estudio.

 

Un breve panorama de la educación venezolana, a finales del siglo XIX

 

El establecer la educación en Venezuela, de forma organizada, sistemática y efectiva durante el siglo XIX, fue una inquietud importante no lograda del todo. Desde 1811 figuró en las discusiones para la preparación de una Constitución. En 1826 se buscó crear un sistema educativo nacional con la promulgación de la Ley sobre la Organización y Arreglo de la Instrucción Pública. El 17 de julio de 1838, mediante decreto ejecutivo, se crea la Dirección General de Instrucción Pública, instalándose el 8 de agosto del mismo año, instancia que se considera como el germen de lo que, en el futuro, sería el Ministerio de Educación, la cual estuvo dirigida por el Dr. José María Vargas (1786-1854) hasta 1851. Sin embargo, se conoce que para 1839 las instituciones educativas oficiales se caracterizaban por su desorden y falta de seguimiento para una labor docente seria (Polanco, 2002, p. 24). En 1843, se promulga el Código de Instrucción Pública de Venezuela, organizando la educación pública de la siguiente manera: Escuelas Primarias, para la enseñanza de las primeras letras; Colegios Nacionales, para la enseñanza secundaria; Universidades, para la instrucción científica; Escuelas Especiales, para el desarrollo de otros conocimientos; las Academias, para complementar estudios y controlar el buen orden de algunas profesiones; Sociedades Económicas, como promotoras de mejoras en diferentes tópicos de interés social y la Dirección General de Instrucción Pública, como centralizadora del gobierno de todas las partes antes mencionadas, bajo la suprema autoridad del Poder Ejecutivo (Uzcátegui, 2022, pp. 71-95).

 

No será sino hasta 1870 cuando el presidente de la República, General Antonio Guzmán Blanco (1829-1899), en su primer gobierno (1870-1877) promulgará el “Decreto sobre la Instrucción Pública Universal, Gratuita y Obligatoria”: el Estado, en adelante, llevará la legislación educativa a partir de una normativa que será aplicada en todo el territorio nacional, con lo que se estatuyó la educación como política de Estado, lo cual representó un avance importante en la organización de la educación en Venezuela.

 

Además de la instrucción pública, existieron escuelas y colegios privados laicos y religiosos, dirigidos por hombres y mujeres prominentes quienes, desde la Colonia, contribuyeron a la formación de un destacado grupo de relevo que ayudaría, en el futuro, al avance y desarrollo del país; tal es el caso vivido por el mismo Guzmán Blanco como estudiante del famoso “Colegio de la Independencia” (Polanco, 2002, p. 23), fundado en 1836, por Don Feliciano Montenegro y Colón (1781-1853), hombre docto, íntegro y reconocido en la sociedad caraqueña, participante en varias etapas de la Independencia. Su colegio se caracterizó por impartir una formación esmerada, de provecho para los niños de las familias pudientes y de forma gratuita para algunos niños pobres, como parte del compromiso con la Nación por cederles para su funcionamiento, por tiempo determinado, la edificación que antes albergó al convento de San Francisco (Franceschi, 2019, pp. 49-50).

 

A mediados del siglo XIX, surgen en Caracas otros colegios de carácter privado, tales como el “Colegio de la Paz”, fundado en 1837 por José Ignacio Paz Castillo; el “Colegio Roscio”, de Francisco Javier Yanes, hijo y Manuel Antonio Carreño, fundado en 1839; el “Colegio de la Concordia”, de José María Pelgrom, hijo, fundado también en 1839 (Marín, 2018); el “Colegio Chaves”, de capital privado y para niñas pobres en sus comienzos, fundado en 1842 por voluntad póstuma de Juan Nepomuceno Chaves; el “Colegio el Salvador del Mundo”, fundado por Juan Vicente González, en 1849; el “Colegio Santa María”, fundado por Agustín Aveledo y Ángel Ribas Baldwin, en 1859, entre otros. Este último -el “Santa María”- será de vital importancia en la formación del joven Alejandro Chataing, personaje de quien trata esta investigación.

 

Una de las más importantes instituciones de educación superior que, desde 1831, formaba a los ingenieros en Venezuela era la Academia de Matemáticas de Caracas, dirigida por Juan Manuel Cagigal (1803-1856), de la cual egresaban Ingenieros Militares y Civiles. Posteriormente, por Decreto Presidencial del 19 de noviembre de 1872, sería eliminada como institución autónoma y, al regreso de Guzmán Blanco para su segundo mandato –el llamado Quinquenio, de 1879-1884-, trasladada a la Universidad Central “para luego desaparecer en su totalidad el 15 de marzo de 1879” (Zawisza, 1980, pp. 49-52). De esta forma, a partir de dicha fecha los estudios de Ingeniería serían canalizados a través de la Universidad Central.

 

En 1887, se crea la Academia de Bellas Artes de Caracas, auspiciada por Guzmán Blanco, por iniciativa del pintor Emilio Mauri. La Academia resultó ser una importante institución que, sin entregar títulos oficiales sino un diploma en que constaban los conocimientos obtenidos, sus egresados recibían una formación complementaria de importancia en el campo profesional. En tal sentido, se puede señalar el caso de aquellos ingenieros con intereses en el campo de la Arquitectura, carrera que no existía oficialmente para el momento, en la Universidad Central. La Academia ofrecía un curso que complementaba estos estudios (Marín y González, 2014), da fe de ello el Ingeniero-Arquitecto Alejandro Chataing, quien luego de cursar sus estudios de Ingeniería hace los complementarios de Arquitectura en la Academia de Bellas Artes de Caracas.

 

Alejandro Chataing, formación de un relevante profesional del entresiglos

 

El 24 de febrero de 1873, nace en Caracas Modesto Alejandro Chataing Poleo, hijo de Luis Chataing, de ascendencia francesa, y Margarita Poleo, quien en el futuro destacaría en la historia de la arquitectura y construcción venezolana de las últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del XX, y sería conocido como el arquitecto Alejandro Chataing o el doctor Chataing. Contrae nupcias con Carmen Amelia Pelayo, de cuya unión nacieron tres hijos: Alejandro Alberto, Julio y Luis Eduardo. Este último también llegó a destacar en el campo de la arquitectura y la ingeniería nacional, en la primera mitad del siglo XX.

 

Alejandro Chataing (Figura 1) cursará estudios en el conocido Colegio Santa María, dirigido por el insigne venezolano Agustín Aveledo, hombre probo y sabio de la Nación, quien hizo grandes aportes tanto en el campo educativo como en su faceta de filántropo. Esa influencia positiva impregnará al joven Chataing y a sus condiscípulos, al internalizar los principios educativos de su maestro, como lo eran la integridad de conducta, como elemento que favorece al discernimiento; la ejercitación de los deberes éticos; la moralidad, como elemento fundamental para el progreso de los pueblos; la formación del carácter, para crear hombres fuertes y rectos; el trazarse una meta u objetivo en la vida; además de poder vivir con probidad y saber mantenerse en la virtud, siendo hombres íntegros (Aveledo, 2001, pp. 91-99).

 

 

Figura 1

Alejandro Chataing, dibujo a pluma de Felipe Sánchez

 


Fuente: Arcila (1961), Tomo I, p. 323.

 

 

En el Colegio Santa María, esta columna vertebral pedagógica era el soporte para toda la formación intelectual del estudiante, estructurada en tres niveles:

 

                     I.            Instrucción Primaria: Se recibe en una escuela de primeras letras y comprende: Lectura, Doctrina Cristiana, Escritura, Aritmética, Urbanidad, Elementos de Geografía y rudimentos de Historia Sagrada y Gramática Castellana.

                  II.            Instrucción Mercantil: 1. Gramática Castellana. 2. Idiomas: inglés, francés, italiano y alemán. 3. Aritmética, teneduría de libros y conocimientos generales de comercio. 4. Geografía, elementos de Astronomía, Cronología, Historia Universal e Historia Patria. 5. Taquigrafía.

              III.             Instrucción Científica: 1. Gramática Castellana (Filosofía del Lenguaje), Gramática Latina, Composición y versiones latinas, Gramática Griega y Literatura. 2. Las materias necesarias para obtener el grado de Bachiller en Ciencias: Psicología, Lógica, Ideología, Teodicea, Ética e Historia de la Filosofía, Física, Cosmografía, Cronología, Geografía Universal, Historia Universal y Patria, Primer Bienio de Matemáticas que comprende: Aritmética, Álgebra, Geometría, Trigonometría Rectilínea y Esférica, Topografía y Dibujo Topográfico.

Los Estudiantes de Filosofía deben seguir durante el Trienio de Estudios un curso de clásicos latinos. (Aveledo, 2001, pp. 388-389)

 

Una vez concluidos los estudios y alcanzado el grado de Bachiller en Ciencias o Filosofía, los alumnos que deseaban obtener el título de Agrimensor debían elaborar unos planos topográficos que, una vez aprobados, permitían obtener el título por parte la Academia de Matemáticas. Luego, cuando la Academia fue cerrada en 1872, los títulos fueron expedidos por la Universidad Central de Venezuela. Al culminar sus estudios, Alejandro Chataing obtuvo su título de Agrimensor, para iniciar luego estudios de Ingeniería en la misma universidad. Cabe destacar la alta estima en que Chataing era tenido por sus condiscípulos del Santa María, puesto de manifiesto en el artículo que escribe su amigo de la infancia Luis Argote en el diario El Tiempo de 1897, luego reeditado por El Universal en 1913:

 

Éramos niños aún, cuando nació nuestra amistad en el banco escolar; alumnos de unas mismas clases desde el comienzo de la vida colegial y cursantes luego en una misma ciencia, largos años de íntimo compañerismo me hacen testigo de la afición del joven Chataing por el estudio, de la manera brillante como leyó sus materias predilectas y del concepto y distinciones honrosas que mereció de sus maestros y profesores. (Argote, 1897, p. 5)

 

Continúa el artículo de prensa del compañero y amigo Luis Argote, con la evocación sobre la experiencia de los estudios, tanto en el Colegio como en la Universidad:

 

En las aulas del Colegio Santa María recibió el ósculo primero de la ciencia; en esas aulas frecuentadas desde más de siete lustros por casi todos los compatriotas que han dado luego lustre a las ciencias, a las artes y las letras, en esas aulas, digo, aprendió desde la regla más trivial del cálculo numérico hasta concluir las materias que le hicieron apto para recibir de la ilustre Universidad Central los grados de Agrimensor y Bachiller en Filosofía. Luego fue alumno de este último instituto, leyendo en su seno el curso de matemáticas que coronó con el título de ingeniero civil. (Argote, 1897, p. 5)

 

La Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Central de Venezuela, que formaba a los Ingenieros luego del cierre de la Academia de Matemáticas, fue eliminada en 1883 y sus Cátedras incorporadas a la Facultad de Filosofía. Entonces, el aspirante que deseaba cursar la carrera de Ingeniería debía estudiar un total de siete años: tres para obtener el título de Bachiller en Filosofía y cuatro para los estudios profesionales, obteniendo el título de Ingeniero y Doctor en Filosofía (Caraballo, 1986, p. 56). Alejandro Chataing completó dichos cursos, graduándose en 1892 como Ingeniero y Doctor en Filosofía, con apenas 19 años de edad. Debido a sus intereses técnicos y artísticos, desde su paso por el Colegio Santa María cursó estudios de Arquitectura en la Academia de Bellas Artes de Caracas, la única institución que para el momento los impartía, fundada en 1887 con el aval del presidente Antonio Guzmán Blanco, quien en ese entonces estaba en su tercer y último período de gobierno.

 

Para 1892, el curso de Arquitectura duraba tres años y contaba con las asignaturas de dibujo de ornamentación, estudio comparado de la arquitectura en las diversas épocas y formación de proyectos. Estos estudios, acompañados de la participación de los alumnos en los talleres y el contacto con compañeros y profesores de otras disciplinas de la Academia, enriquecían y ampliaban el repertorio formativo que, complementado por los estudios formales en la universidad, para el caso de los cursantes de ingeniería, constituía un importante conocimiento para ejercer el oficio de arquitecto (Caraballo, 1986, pp. 64-65).

 

El encargado del curso de Arquitectura en la Academia de Bellas Artes de Caracas fue, desde su comienzo y por espacio de tres años, el Ingeniero Juan Hurtado Manrique (1837-1896). De Hurtado se puede decir que fue el arquitecto y constructor más importante de la segunda mitad del siglo XIX en Venezuela, preferido de Guzmán Blanco y sus continuadores. Protagonista en la proyección y ejecución de la mayoría de las obras públicas y edificaciones oficiales y privadas del guzmanato, desarrolló obras de vialidad a nivel nacional, destacando su participación en el desarrollo de las principales obras de infraestructura y ornato para la ciudad de Caracas, así como su contribución en la extensión del damero fundacional con la construcción de puentes y la urbanización de El Paraíso como nueva ciudad satélite. En tanto hombre de confianza de Guzmán, desempeñó importantes cargos públicos como Inspector General de Obras Públicas, Director del Departamento de Edificios y Ornato de Poblaciones del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y Ministro de Obras Públicas, en dos oportunidades.

 

Hurtado Manrique (Figura 2) será formador de Alejandro Chataing en las aulas de la Academia de Bellas Artes de Caracas y en la vida profesional. Por ser Chataing un estudiante aventajado, Hurtado le tomará afecto, será su pupilo y asistente durante tres años, y comenzará labor profesional a su lado como ingeniero del MOP, colaborando en algunos de sus proyectos, tales como el Arco de la Federación (1895), la nueva propuesta para el Mercado Central de San Jacinto (1895), del cual Chataing, en 1894, había ganado concurso para proyectar una de sus fachadas, el Hospital de Niños, La Francia, la Farmacia Normal, el proyecto para el Cenotafio de Miranda, en el Panteón Nacional y una columna conmemorativa que se pensaba erigir en Puerto Cabello, entre otros trabajos.

 

Para 1897, Chataing, con tan solo veintitrés años ya era presidente de la Sociedad de Arquitectura y Construcción de Venezuela y miembro de la Sociedad de Arquitectos Franceses (Galíndez, 2010, p. 29-31). El caminar al lado de Hurtado será para Chataing una importante escuela, obteniendo la pericia profesional que solo la práctica con el maestro puede ofrecer, puesta de manifiesto en la obra que desarrollaría posteriormente, en solitario y con colegas colaboradores, tras la muerte de Hurtado, de quien hereda su excelencia profesional, su biblioteca y, sobre todo, sus clientes. Se convierte, para ese momento, en el arquitecto con mayor desempeño en la arquitectura y la construcción del período de gobierno de los andinos, Cipriano Castro (1900-1908) y Juan Vicente Gómez (1908-1935); para este último trabaja hasta 1928, año de su muerte acaecida en Caracas con apenas cincuenta y cinco años de edad.

 

 

Figura 2

Ingeniero Juan Hurtado Manrique

 

 

Fuente: Arcila (1961), Tomo I, p. 293.

 

Importancia del Ingeniero-Arquitecto Alejandro Chataing en la arquitectura y construcción venezolanas

 

La obra proyectada y construida de Alejandro Chataing es extensa, tras treinta y seis años de una fructífera labor profesional en la que supo mantenerse activo en todos los gobiernos, proyectando y construyendo obras públicas, así como edificaciones oficiales y privadas, entre las que se pueden señalar las fachadas del Mercado Municipal de San Jacinto, concurso que gana en 1894. Igualmente, entre 1894 y 1897, colabora con Hurtado Manrique en los proyectos antes señalados y como ejercicio privado en la Casa del señor Melecio Hernández, en El Paraíso. Así mismo proyecta y construye la portada de la Quinta Crespo, el edificio del Banco Caracas y la Plaza de Ayacucho, en el Paseo de la Independencia (Argote, 1897, pp. 9-10). Entre 1899 y 1900, se presume que proyecta y construye el Museo de Historia Natural, y gana el segundo premio en el concurso de la Academia de Bellas Artes para un faro en Macuro. Deben destacarse, además, sus siguientes obras en los años señalados:

 

(a)       En 1904, reforma Villa Zoila para el presidente Cipriano Castro;

(b)      En 1905, proyecta y construye el Teatro Nacional, la Casa de Baños del Valle, la Escuela de Artes y Oficios, la Academia Militar y el Palacio de Gobierno y Justicia.

(c)       En 1906, proyecta El Lazareto, en la isla de La Providencia y un Arco de la Federación, en Maracaibo, el cual no se construyó.

(d)      En 1907, proyecta y construye el Ministerio de Hacienda (Figura 3) y el Cuartel de Policías;

(e)       En 1911, proyecta y construye la Oficina Principal de Registro Público, el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional y reforma el Panteón Nacional.

(f)        En 1912, proyecta y construye la residencia Las Acacias, de la familia Boulton;

(g)      En 1913, proyecta y construye el Casino de Macuto, en colaboración con el ingeniero Jesús Rosales Bosque y el Hotel Paraíso, este último no construido.

(h)      En 1916, proyecta y construye la Inspectoría General del Ejército y la Proveeduría General del Ejercito;

(i)        En 1919, diseña y construye el Nuevo Circo de Caracas, en colaboración con el ingeniero Luis Muñoz Tébar.

(j)        Entre 1920 y 1925, diseña y construye la Iglesia de las Siervas del Santísimo Sacramento, la Iglesia de San Agustín del Sur, los cines-teatros Princesa, Capitol, Ayacucho, la sede del First National City Bank, el Banco de Venezuela, el Banco Mercantil y Agrícola y Villa Henriqueta, en Los Chorros.

(k)      En 1921, proyecta y construye, con Ricardo Razetti, el Arco de Carabobo; diseña y construye el Hotel Palace, refacciona, junto con el arquitecto Antonio Malaussena, la Casa del Libertador y termina la Iglesia del Corazón de Jesús, en colaboración con el ingeniero Luis Muñoz Tebar.

(l)        Finalmente, entre 1925 y 1928, proyecta y construye el Hotel Miramar de Macuto, su última obra (Galíndez, 2010, pp. 42-47).

 

 

 

Figura 3

Ministerio de Hacienda

 

Fuente: de la colección de Luis Felipe Toro, Biblioteca Nacional

 

 

La “Oficina de Arquitectura. Ingeniería en General. Alejandro Chataing. Ingeniero-Arquitecto”, como se denominaba el taller de arquitectura de Chataing, ubicada entre las esquinas caraqueñas de Monroy y Puente Victoria, resaltaba, en su anuncio promocional publicado en la revista del Colegio de Ingenieros, entre los años 1923 y 1928 (Revista del CIV, 1925), ser la oficina que había construido la mayor parte de los edificios “modernos” en Caracas. Para ese entonces en Venezuela y la mayor parte de Latinoamérica lo “moderno”, por lo general, estaba referido al eclecticismo historicista de fin de siglo, tendencia extendida para el momento en estas latitudes, mas no era lo que se llamaría “Arquitectura Moderna” y que comienza a desarrollarse en Estados Unidos y Europa, a partir de experiencias como la Escuela de Chicago.

 

Esta “Arquitectura Moderna” condujo a un replanteo conceptual y al desarrollo de una “Arquitectura Orgánica” por parte de Frank Lloyd Wright (1867-1854) a partir de la convivencia (Figura 4) con su maestro Louis Sullivan (1856-1924), o con el llamado “Movimiento Moderno” en Europa, a partir de experiencias promovidas por las vanguardias artísticas que condujeron al desarrollo de conceptos y nuevas propuestas. Estas fueron lideradas por personajes como Walter Gropius (1883-1969), Ludwig Mies van der Rohe (1886-1964), Le Corbusier (1887-1965), entre otros, sin dejar de lado la importante actuación de la Escuela Bauhaus (1919-1933), en Alemania, como influencia destacada para la “modernidad”.

 

Figura 4

Robie House, fachada sur desde el suroeste, diseñada y construida por Frank Lloyd Wright, ca. 1908-1909.

 

 

Fuente: Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (Licencia Creative Commons)

 

Entre tanto, en Venezuela, la importancia de la oficina de Alejandro Chataing no radicaba en la cantidad de obras proyectadas y ejecutadas, que exaltaban el estilo historicista y ecléctico de su arquitectura, sino que se convirtió en una verdadera empresa de construcción, diversificándose no solo en proyectar y construir, sino en experimentar con nuevos materiales, como lo era el concreto armado, así como el uso y comercialización de materiales de construcción importados. Esta labor contribuía al desarrollo tecnológico de la construcción del momento, tal es el caso de su sociedad con la firma norteamericana The General Firepoofing Co., con la que importaba elementos metálicos para la construcción, que utilizaba en sus obras, promocionándolos a la vez.

 

También, cabe recordar su sociedad y participación en la directiva de la “Fábrica Nacional de Mosaicos, Tubos de Cemento, Objetos de Ornamentación y Piedra Artificial”, de Eusebio Chellini, fabricantes de materiales prefabricados y pisos hidráulicos, de uso extendido en las construcciones de la época y que Chataing aplicaba a sus edificaciones (Galíndez, 2010, pp. 49-50). Al mismo tiempo, era socio de la Fábrica Nacional de Cementos, material con el que experimentaría, siendo el primero en construir una edificación de más de tres pisos de altura en concreto armado, en el caso del edificio para “La Oficina Principal de Registro Público. Archivo General de la Nación”.

 

Así, Chataing será un innovador en la forma de construir en el país, al utilizar sistemas híbridos o mixtos de construcción, con materiales prefabricados, muros portantes en mampostería y estructuras en concreto armado, como lo experimenta en algunas de sus edificaciones, en particular, en el Hotel Miramar de Macuto (1925-1928), su última obra, como se ha apuntado (Figura 5). Esta obra resume en sí misma la destreza y maestría de su autor en la ejecución de una edificación ecléctica que se adapta al clima y al entorno, combinando materiales y técnicas para crear una edificación sobria y distinguida.

 

Figura 5

Hotel Miramar de Macuto, circa 1928

 

Fuente: anónimo, archivo fotográfico, Biblioteca Nacional.

 

 

Alejandro Chataing se presenta como el arquitecto más importante del entresiglos venezolano, por ser paso o bisagra entre el eclecticismo decimonónico y la entrada de la modernidad, a partir de los aspectos técnicos y nuevos materiales con los que experimenta y los estilos conocidos y nuevos, estudiados en su variedad ecléctica, que señalan una seria investigación de carácter formal. Ejercerá la profesión como un negocio de múltiples facetas al entender que las nuevas tecnologías, en cuanto a materiales, posibilitan mejoras en la construcción de edificaciones, por tanto las adquiere, con el fin de ponerlas al servicio de sus colegas y del gremio, dando paso a innovaciones que serán expresadas por las futuras generaciones, de las que su hijo, Luis Eduardo, como uno de los pioneros de la modernidad en la arquitectura venezolana, será digno relevo y fiel representante del legado de su padre.

 

Conclusión

 

El siglo XIX en Venezuela, convulso por el acontecer de los más importantes episodios de nuestra historia patria, vivió una serie de transformaciones, evidenciadas, en mayor medida, al acercarse el cambio de siglo. La llegada de Guzmán al poder en 1870, significó cambios importantes en la dinámica de un país y, sobre todo, de una ciudad como Caracas, acostumbrados a una bucólica cotidianidad colonial, donde la educación, poco organizada y sujeta a los vaivenes de una economía diezmada por el pasado reciente de la guerra, estaría privilegiada para las familias más acomodadas quienes tenían la posibilidad de poder pagar una educación privada y de calidad para sus hijos, lo que traía como consecuencia altos niveles de analfabetismo en la población, que necesitaba con urgencia solucionar este grave problema nacional. Hubo varios intentos desde 1830, para organizar la educación en Venezuela, pero no sería hasta la promulgación del “Decreto sobre la Instrucción Pública Universal, Gratuita y Obligatoria” del 27 de junio de 1870, que el país tendría un impulso real que ayudaría a organizar y resolver, en gran parte, el problema de la educación, apoyado por las instituciones privadas de tipo laico y religiosas que colaborarían de forma efectiva en la solución de esta situación.

 

El personaje que nos ha ocupado en esta investigación, el Ingeniero-Arquitecto Alejandro Chataing, es vivo ejemplo del recorrido formativo de un joven de buena posición en la Caracas finisecular, que tuvo la oportunidad de recibir la mejor educación de la época, apoyada por las mejores instituciones que para el momento funcionaban en el país: El Colegio Santa María, del insigne maestro Agustín Aveledo, la Universidad Central de Venezuela, la Academia de Bellas Artes de Caracas. Y, sobre todo, tuvo la suerte de haber contado con el acompañamiento, formativo personal y profesional, de uno de los más importantes protagonistas de la arquitectura y construcción venezolana del siglo XIX, el Ingeniero-Arquitecto Juan Hurtado Manrique, quien en su condición de maestro, jefe y amigo, lo guió, por espacio de tres años, en un serio recorrido de aprendizaje del oficio.

 

Como caso de estudio, el Ingeniero-Arquitecto Alejandro Chataing, en la Venezuela finisecular permitió entrar en la dinámica educativa de un momento difícil donde se definían las políticas educativas del país, y demostró, en detalle, un recorrido que, desde las primeras letras hasta la práctica profesional, fue exitoso. En el caso del Chataing profesional, el talento y la buena disposición en aprender todo del maestro Hurtado rindió sus frutos; a su muerte, destacó con luz propia convirtiéndose en el arquitecto y constructor más exitoso de finales del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX.

 

 

Referencias

 

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[1] Jesús Galíndez López. Arquitecto de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Especialista en Teología, Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Master Scientiarum en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo, UCV. Director del Museo Sacro de la Arquidiócesis de Caracas, de 1999 al 2003. Profesor – investigador en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UCV.