Eficacia de Programas del Sistema Distrital de Cultura aplicados
en zonas afectadas por el conflicto (pp. 224-247)
Avidis Javier García Bettin
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Eficacia de Programas del Sistema Distrital de
Cultura aplicados en zonas afectadas
por el conflicto
Effectiveness of the District Culture System Programs
applied in areas affected by the conflict
Eficácia dos Programas do Sistema Distrital de Cultura
aplicados nas áreas afectadas pelo conflito
Efficacité des programmes du système culturel de
district appliqués dans les zones
touchées par le conflit
Avidis Javier García Bettin
avigabe@hotmail.com
Institución Educativa el Salvador sede San Nicolás,
Cartagena de Indias, Colombia.
Recibido: 16 enero 2024 / Aprobado: 08 de abril 2024 / Publicado: 23 de mayo 2024
RESUMEN
La Constitución Política de
Colombia y la Ley General
de Cultura, señalan que
las manifestaciones cultu-
rales son vitales para la
sociedad, puesto que
permiten a estas reco-
nocerse e identificarse con
sus tradiciones. Con esta
investigación, se logró
analizar la eficacia de los
programas del Sistema
Distrital de Cultura de
Cartagena aplicados en
las zonas afectadas por el
conflicto. Metodológica-
mente, esta investigación
se basó en un diseño
documental, se revisaron
16 documentos. Con la
investigación en mención
se pudo concluir que se
hace necesario dinamizar
las instancias y espacios
que conforman los sis-
temas de cultura, lo cual
ABSTRACT
The Political Constitution
of Colombia and the Ge-
neral Law of Culture,
indicate that cultural mani-
festations are vital for
society, since they allow
them to recognize and
identify with their traditions.
With this effectiveness, the
programs of the District
Culture System applied in
the areas affected by the
conflict will be repaired.
Methodologically, this re-
search was based on a
documentary design, 16
documents were reviewed.
With the ana-lysis it was
possible to conclude that it
is necessary to invigorate
the instances and spaces
that make up the cultural
systems, which guaran-
tees the effective im-
plementation of proces-
ses and programs of
RESUMO
A Constituição Política da
Colômbia e a Lei Geral da
Cultura apontam que as
manifestações culturais
são vitais para a socie-
dade, pois permitem-lhe
reconhecer e identificar-se
com as suas tradições.
Com esta pesquisa foi
possível analisar a eficácia
dos programas do Sistema
Cultural Distrital de Car-
tagena aplicados nas
áreas afetadas pelo
conflito. Metodologica-
mente, esta pesquisa ba-
seou-se em um desenho
documental, foram revisa-
dos 16 documentos. Com
a invéstigação em questão
foi possível concluir que é
necessário dinamizar as
instâncias e espaços que
compõem os sistemas de
cultura, o que garante a
efetiva implementação de
RÉSUMÉ
La Constitution politique de
la Colombie et la Loi -
nérale de la culture indi-
quent que les manifes-
tations culturelles sont
vitales pour la société, car
elles leur permettent de
reconnaître et de s'iden-
tifier à leurs traditions.
Avec cette efficacité, les
programmes du système
culturel de district appli-
qués dans les zones
touchées par le conflit
seront réparés. Méthodo-
logiquement, cette recher-
che s'est appuyée sur un
devis de recherche do-
cumentaire, 16 documents
ont été passés en revue.
Avec l'analyse, il a été
possible de conclure qu'il
est nécessaire de dynami-
ser les instances et les
espaces qui composent les
systèmes culturels, ce qui
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garantiza la efectiva im-
plementación de procesos
y programas de parti-
cipación ciudadana, en la
construcción de la política
blica cultural.
citizen participation, in the
construction of cultural
public policy.
processos e programas de
participação cidadã, na
construção de políticas
públicas culturais.
garantit la mise en œuvre
efficace des processus et
des programmes de par-
ticipation citoyenne, dans
la construction de la
politique publique cultu-
relle.
Palabras claves:
Eficacia; Programas;
Cultura; Sistemas;
Conflicto
Key words: Effectiveness;
Programs; Culture;
Systems; Conflict
Palavras-chaves:
Eficiência; Programas;
Cultura; Sistemas; Conflito
Mots clés: Efficacité;
Programmes; Culture;
systèmes; Conflit
INTRODUCCIÓN
Uno de los mecanismos existentes en la sociedad colombiana, que ayudan a
generar espacios de esparcimiento, participación ciudadana, sana convivencia y
crecimiento colectivo son, sin duda, los denominados Sistemas de Cultura. De
conformidad con la Ley General de Cultura (1997), el Sistema de Cultura se constituye
en el conjunto de instancias y procesos de fortalecimiento institucional, planificación e
información, estos sistemas posibilitan el desarrollo identitario y el acceso de la
comunidad a los bienes y servicios culturales según los principios de descentralización,
participación ciudadana y autonomía. En Colombia los programas de los Sistemas de
Cultura son aplicados con el objetivo de generar vida en sociedad y mejorar la calidad de
la convivencia de las poblaciones colombianas.
En efecto, tal y como lo señala la Constitución Política de Colombia (1991) y la Ley
General de Cultura (1997), las manifestaciones culturales son vitales para la sociedad,
puesto que permiten a estas reconocerse e identificarse con sus tradiciones y delimitarse
como tal. La cultura no solo se asocia a las tradiciones de la sociedad, sino que,
normalmente, se relaciona al concepto de cultura con comportamientos sociales que
demuestran un alto grado de civismo en sociedad. Lo anterior, permite formar un
imaginario colectivo acerca de la tradición cultural de una comunidad determinada, donde
es normal escuchar opiniones o aseveraciones que aseguran que la ciudad tiene muy
bajo grado de cultura, o que “hace falta” cultura, cuando se realizan comportamientos
contrarios al civismo como la contaminación voluntaria de las calles, el no respeto de las
filas o turnos en establecimientos abiertos al público, el clientelismo, la falta de educación
y tolerancia (Prieto,1984).
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En el contexto actual, en esta etapa del posconflicto en Colombia, se hace
importante identificar la posibilidad de la experiencia deliberativa como un medio para la
profundización, dinamización y fortalecimiento del sistema político, cultural y la
participación ciudadana (Cuchumbé y Giraldo, 2014). Generar estos foros de debate
político democrático entre contrarios, se deben convertir en todo un logro, y más en
sociedades permeadas por conflictos como la colombiana, estos debates se presentan
como una cuestión que va más allá de una simple conversación, por su aspecto, reflexivo
y constructivo. Al respecto, el Concejo Distrital de Cartagena de Indias en el Acuerdo 001
de 2003, plantea que en esta ciudad, existe un Sistema Distrital de Cultura, el cual tiene
por objeto posibilitar el desarrollo cultural y el acceso de la comunidad a los bienes y
servicios culturales, según los principios de descentralización, participación y autonomía.
El estudio de la eficacia de estos programas del Sistema Distrital de Cultura, es
importante debido a que el fenómeno de la participación ciudadana en el desarrollo y
dinámica cultural han tomado gran fuerza en el mundo, y de manera significativa; por lo
tanto, se debe analizar si en verdad los sistemas de cultura benefician el fortalecimiento
de la participación ciudadana y si fomentan la creación de posibilidades para una
deliberación política de alta calidad y una reconstitución de comunidad política en los
contextos afectados por el conflicto, al igual que el desarrollo humano y social. En
definitiva, estas herramientas son oportunidades de generar conductas de cambio, desde
el derecho a la participación, los derechos humanos y la sana convivencia. Por lo
expuesto en párrafos anteriores, el propósito de esta investigación, se analizó la eficacia
de los programas del Sistema Distrital de Cultura de Cartagena aplicados en las zonas
afectadas por el conflicto.
REFERENTES TEÓRICOS
Algunas consideraciones sobre sistemas de cultura
La cultura, como lo han manifestado distintos pensadores, es un modo de
reconocerse parte de algún tipo de conglomerado social. Así que, en ese orden, son las
tradiciones, costumbres y características de cada cultura las que permita identificar y
diferenciar a un tipo social de otro. Esta situación es clave si se tiene en cuenta que, en
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estos tiempos de neoliberalismo, se ha propendido por construir una sola sociedad,
donde los usos y costumbres sean los mismos, poniendo en riesgo la integridad de las
tradiciones profundamente arraigadas en los senos de las comunidades.
En ese orden de ideas, Caviedes y Arteta (2017) establecen que el significado del
concepto cultura de paz es integrado y comprende el respeto a los derechos humanos,
justicia, libertad, democracia, tolerancia, igualdad y solidaridad, convirtiendo a la cultura
como un elemento necesario para concretar todos los esfuerzos realizados para poner
fin al conflicto y para la construcción de una sociedad con mejor distribución de sus
riquezas, más participativa y democrática; lo cual es posible mediante la educación que
no solamente se base en la enseñanza de calidad, sino que integre la socialización del
concepto de cultura de paz y justicia restaurativa en todas las comunidades, barrios,
cárceles y sitios donde es necearía la reconciliación y el cierre de las heridas del
conflicto.
En este orden de ideas, Padilla y Naranjo (2018), destacan el papel de la cultura
como una estrategia adecuada para la construcción de paz en el momento histórico que
se encuentra actualmente la República de Colombia. Los autores afirman que la cultura
está compuesta por las tradiciones, creencias, costumbres, representaciones artísticas,
musicales y literarias propias de una comunidad, lo que para los autores constituye a la
cultura en un factor muy importante para la construcción de paz y un pilar del desarrollo
sostenible de las naciones con el reconocimiento de nuevas economías y
emprendimientos que están estrechamente ligados a las dinámicas y prácticas culturales
de los territorios y que permiten su crecimiento económico.
Por otro lado, Barreto (2015) analizó el desarrollo del Programa De Desarrollo y
Paz Del Magdalena Medio (PDPMM) sobre la base de que se necesita más que la firma
de los acuerdos entre el Estado y las FARC para acabar con el conflicto armado en
Colombia. Realiza un estudio desde su creación en 1995 hasta la fecha, estableciendo
que éste se ha consolidado como un programa multidimensional de construcción de paz
que integra un conjunto de procesos sociales, culturales, económicos y políticos en el
ámbito local y regional buscando incidir en las diferentes facetas de la violencia mediante
la construcción de paz y sosteniendo una metodología participativa que implica la
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integración y participación de amplios sectores de la sociedad colombiana especialmente
las regiones y poblaciones que vivenciaron décadas de violencia a los que no considera
no son solo como las principales víctimas de la violencia en Colombia, sino también,
actores esenciales para la construcción de un país en paz.
Así mismo, Álvarez y Marrugo (2016) analizan la iniciativa de “la cátedra de la paz”
establecida como obligatoria en todas las instituciones educativas del país por la ley 1732
de septiembre de 2014, los objetivos fundamentales de esta son contribuir al aprendizaje,
a la reflexión y al diálogo sobre los temas: Cultura de la paz, educación para la paz y
desarrollo sostenible. Abordan la implementación desde la perspectiva del proyecto “Mi
casa es escuela y mis padres maestros para ofrecer la cátedra de la Paz”, desarrollado
en la ciudad de Cartagena, Colombia, por el Grupo Multidisciplinario El Buen Ciudadano
de la Universidad de Cartagena, que cuenta con la participación de estudiantes del
programa de Química Farmacéutica miembros del Semillero de investigación Seguidores
de Beto, y del egresado, Albeiro Marrugo Padilla, planteándolo como un ejercicio de
aproximación a la participación ciudadana bajo la hipótesis de que la familia constituye
un escenario indispensable para la construcción de la paz.
Por otra parte, Cortés, Torres, López, Pérez y Marín (2016) indagan en las ideas, la
compresión y creencias de los ciudadanos sobre los términos perdón y reconciliación que
constituyen dos factores fundamentales en la transformación de las prácticas culturales
en los procesos de paz. Establecen la reconciliación como el reinicio de interacciones o
la creación de nuevos lazos entre los implicados en el conflicto y las condiciones para la
reconciliación. Los autores concluyen que las personas tienen un concepto positivo
respecto al perdón y la reconciliación, por medio de la interrupción de la reproducción de
la violencia y la gestión pacífica de conflictos. Asimismo, se enfatiza en la indispensable
necesidad de poner en contacto a los agresores con sus agredidos, el uso de diálogo,
reconstrucción de los hechos, reconocimiento de la responsabilidad, arrepentimiento,
compromiso de no repetición y, en algunos casos, compensación.
Además, Ayala, Rodríguez y Osorio (2016) reflexionan sobre el papel del arte y la
arquitectura ante los retos jurídicos, económicos, políticos y sociales que implica la firma
de los acuerdos de paz y el escenario que debe implementarse que evitar el reverso de
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los acuerdos y la vuelta al conflicto. Los autores analizan el nivel de afectación que
produce el conflicto a diferentes poblaciones de la sociedad colombiana, destacando
como gran afectado al sector rural, y resaltando a aquellos que en el escenario del
postconflicto se le debe garantizar una reparación integral dando vital importancia a la
reparación simbólica. Asimismo, plantean la necesidad de generar acciones que
contribuyan a la permanencia del acuerdo de paz garantizando la materialización del
derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación, y para ello la arquitectura y el arte
pueden contribuir a su efectividad.
Asimismo, Valencia, Ramírez, Fajardo y Ospina (2015) analizan el resultado de 15
investigaciones desarrolladas a niños en Colombia entre los años 2002 y 2012 mediante
talleres creativos, lúdicos y participativos que permitieron la interacción con los niños y
las niñas y la construcción de escenarios de participación y diálogo con confianza y
confidencialidad respecto a su experiencia en el conflicto armado colombiano. Abordan
las investigaciones realizadas desde dos perspectivas: primero el impacto que tiene el
conflicto armado sobre la vida de los niños y las niñas, la afectación de sus derechos de
supervivencia, salud, alimentación, educación, mediante la priorización del trabajo sobre
el estudio, educación interrumpida por los combates y el juego como una posibilidad
alejada; y segundo, la utilización de la narrativa de los niños y las niñas en pro de la
construcción de la paz teniendo en cuenta su capacidad de recuperación.
Mientras tanto, Ramos (2016) investiga la radio como un mecanismo de
contribución a la generación de una cultura de paz, apoyándose en el estudio de las
teorías de la comunicación en los tiempos del conflicto armado. Resalta la enorme
influencia que tienen los medios de comunicación sobre las audiencias, ya que de manera
indirecta y sutil con sus mensajes pueden transformar al individuo y su rol social, sin
atacar directamente su voluntad o su libertad, de modo que la radio comunitaria
constituye un medio de mayor audiencia en las regiones de la costa caribe colombiana,
especialmente en las áreas rurales, marginadas de la educación, con escaso acceso a la
prensa, televisión e internet lo que constituye a la comunicación radial comunitaria en un
instrumento fundamental para la difusión de un mensaje a estas poblaciones y que
durante el conflicto armado contribuyó a generar una cultura de agresión y temor en la
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población siendo utilizada en determinados momentos históricos del conflicto armado
colombiano por la manipulación o intimidación para imponer la política del miedo y
legitimar la violencia.
Además, Álvarez (2013) analiza los procesos de apropiación y de trasformación
cultural que se dan en el municipio Guacarí, Colombia, como resultado de la
implementación de la política de juventud desde los órganos de gobierno y las iniciativas
públicas de la comunidad. Se aborda el significado de juventud entendida más allá de
una etapa previa a la vida adulta, reconociendo a los jóvenes como sujetos que
construyen su propio estilo de vida a partir de sus ideas, inquietudes, intereses y
sentimientos individuales y colectivos y convirtiéndose de esta manera en agentes que
transforman culturalmente la sociedad.
Igualmente, Montero (2004) publicó un paper sobre los Derechos Culturales, un
acercamiento a su contenido programático y aplicabilidad normativa”, el cual pretende
realizar por medio de una exposición, un análisis de aquellos ejes contenidos en los
derechos culturales, junto con sus limitaciones conceptuales, contextuales y
administrativas que a día de hoy siguen restringiendo la aplicabilidad de estos derechos
en el marco de aquellos países miembros de las Naciones Unidas. A lo largo del texto,
el autor estudia el concepto de los Derechos Culturales y su antecedente histórico y
social, así como también, los instrumentos regionales que permiten su materialización,
donde se observa la participación de entes como la UNESCO (1972). Sin embargo, su
limitación se supedita a diversos tipos de interpretación del nivel conceptual, contextual
y administrativo, dificultando su aplicabilidad en los estados, atendiendo a problemas
específicos de los países miembros de las Naciones Unidas.
De manera similar, en 2011, la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y
Deporte de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C, publica revista, en tres capítulos, se busca
estudiar de manera clara y profunda el concepto de Derechos Humanos, su relación con
los Derechos Culturales, su fundamentación jurídica, teórica, de igual forma, el concepto
y quiénes son los titulares de estos derechos, junto con las obligaciones que tienen los
Estados para garantizar su cumplimiento frente a los compromisos adquiridos con los
instrumentos internacionales.
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En el mismo año 2011, el Distrito Capital de Bogotá emitió un libro titulado derechos
culturales, el cual fue publicado como el resultado de un trabajo conjunto con la Secretaría
de Cultura, Recreación y Deporte de la ciudad, y la Corporación de Justicia. En este libro,
se profundiza aún más sobre el componente fundamental de los derechos culturales;
desde su marco jurídico interno e internacional, como sus aportes conceptuales para una
política cultural con enfoque de derechos. De igual forma, se reflexiona sobre los
derechos culturales en la ciudad, haciendo un estudio analítico sobre las políticas
culturales aplicadas en Bogotá.
En último lugar, Romero (2011) realizó una compilación de la fundamentación
teórica del programa de Paz y Convivencia, implementándose desde el área de
acompañamiento integral en todas las sedes de la Universidad Nacional de Colombia. En
palabras del mismo autor, el documento ofrece una perspectiva de la convivencia en el
marco de construcciones sociales como la Cultura de Paz y los Derechos Humanos, de
aportes teóricos sobre la conceptualización positiva del conflicto y, a su vez, del enfoque
pedagógico del manejo de los conflictos.
METODOLOGÍA
Según el origen de los datos, el diseño de investigación fue el documental de fuentes
de carácter bibliográfico, las cuales fueron informes de entidades oficiales, actos
administrativos, normas jurídicas, artículos de revistas indexadas, libros físicos y
digitales, tesis de grado que hayan desarrollado las temáticas de investigación. Para el
desarrollo de esta investigación se utilizaron revistas, informes de proyectos culturales,
acuerdos expedidos por el concejo de Cartagena se ubicó, compa y analizó los
elementos y procesos claves (variables y alcances, divergencias y convergencias) de
investigaciones similares en universidades de Colombia y del resto del mundo, de otras
investigaciones realizadas con grupos poblacionales diferentes a los universitarios, y de
estudios y datos concretos sobre la situación de los Sistemas de Cultura y la eficacia de
sus programas para la promoción de la sana convivencia en contextos afectados por el
conflicto. Para la squeda de los referentes teóricos, fueron consultadas algunas bases
de datos como Scielo, Google académico, Dialnet, Redalyc y documentos oficiales del
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gobierno nacional de la República de Colombia, empleando frases y palabras clave como:
Eficacia; programas; Cultura; Sistemas; Conflicto.
Es importante mencionar que para lograr el desarrollo adecuado de esta
investigación se hizo necesario aplicar un análisis exhaustivo de documentos
relacionados con la cultura y sus sistemas. Inicialmente, se evidenció la existencia de una
gran cantidad de documentos relacionados con los temáticos sistemas de cultura,
convivencia, conflicto, una vez aplicados los filtros bajo los criterios de búsqueda
requeridos, para la realización del análisis e interpretación de la información se tomaron
los planteamientos sobre las temáticas antes mencionadas, de 16 autores e instituciones
tales como: Cadenas (2014), Parsons (1971), Esparza y Zambrano (2010), Luhmann
(1996), Raglianti (2005), Barrera (2013), Quintero (2018), Viva Trust (2005), Galtung
(2016), Calderón (2009), Secretaria del Interior y Convivencia (2020), Uprimny (1992),
Symonides (2005), Prott (2001), Padilla y Naranjo (2018), Cortés, Torres, López, Pérez
y Marín (2016). Todo ello garantizó obtener unos hallazgos que nutrieron de forma
significativa la discusión de la temática relacionada con los Sistemas de Cultura y su
importancia en el fortalecimiento de la convivencia.
Para la realización del análisis e interpretación de la información, se tomaron los
planteamientos de los diferentes autores de los referentes teóricos considerados, bajo la
aplicación del método deductivo. Las unidades de análisis se organizaron en temáticas
relacionadas con las la eficacia de los Sistemas de Cultura, permitiendo identificar las
siguientes criterios de análisis: Incidencia de los Sistemas de Cultura en el fortalecimiento
de la convivencia, Principales fortalezas y debilidades en materia de cultura ciudadana
en la aplicación del sistema de cultura distrital en sectores afectados por el Conflicto
Armado e Incidencia de las actividades culturales frente a los Derechos Culturales y el
Derecho a la Participación Ciudadana.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Incidencia de los Sistemas de Cultura en el fortalecimiento de la Convivencia.
Como se ha venido exponiendo, entender a los sistemas de cultura dentro de un
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contexto social donde interactúan y coexisten conceptos como el ser humano, la sociedad
y la cultura, no es tarea fácil. De hecho, la complejidad de entender este engranaje es lo
que hace que estos ejercicios de comprensión deban ser asumidos con relevante
seriedad por parte de aquellos quienes formulan y ejecutan las políticas públicas,
mientras que debe haber una respuesta recíproca por parte de la comunidad, quienes en
últimas moldean y dan alma a lo que hoy se conoce como cultura, y las dinámicas que
ello implica.
En todo caso, se hizo necesario como parte del desarrollo del trabajo, acudir a una
serie de conceptos y teorías que permitieron entender la forma y el fondo de los sistemas
sociales de cultura. Se realizó una síntesis al estudio realizado por Cadenas (2014), el
cual está relacionado con la cultura y la diferenciación de la sociedad, en este se realiza
un acercamiento al concepto de cultura de acuerdo a los planteamientos de la teoría de
los sistemas sociales; es decir, explicar el fenómeno cultural especificando sus límites
dentro de la misma sociedad y aquello que lo hace ser así, con el objeto de lograr una
reconciliación entre lo ‘social’ y lo ‘cultural’.
En este punto, se tendrán en cuenta los postulados de Parsons (1971), quien fue
uno de los teóricos que se encargó de estudiar la síntesis entre una teoría de la sociedad,
y una teoría de la cultura. Para Parsons, la cultura se constituye en un medio para
alcanzar puntos comunes entre la sociedad, como aquel engranaje que permite que las
dinámicas colectivas se encuentren y sigan su curso, dándole una identidad dentro de la
comunidad y diferenciándola de otras sociedades. Sin embargo, el autor establece en su
texto que al momento de estudiar lo social en las comunidades modernas y complejas
como las actuales, es imposible hablar de una sociedad homogénea, con usos comunes
e ideales e imaginarios colectivos que se encuentren entre sí.
En efecto, esta complejidad de las dinámicas sociales actuales es lo que ha llevado
a pensar que existen distintos planos que permean aspectos de la vida en comunidad,
tales como las ‘interacciones’ y la ‘sociedad’ en sí. Es en este punto, donde la cultura
debe entrar a realizar un papel no solo fundamental, sino además transversal, se moldea
a lo que necesite el paradigma con el cual pretende ser analizada como generadora y
protectora de la sana convivencia. Por esto, Cadenas (2014) propone entender a la
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cultura como un medio de comunicación, es decir, como un medio que adopte
herramientas para encontrar un punto común para los diferentes planos de la teoría de
los sistemas sociales y profundizar en problemas, incluso estructurales, que debe abordar
la cultura. De esta forma, se permite construir pertenencias en torno a aquellos sentidos
cambiantes e interpretables y dar estructura a formas de comunicación coordinadas en
planos de diferenciación de la comunidad. Ya la cultura no puede entenderse como un
medio de control grupal, sino que esta debe adecuarse a la sociedad moderna y sus
constantes diferenciaciones que la fragmentan.
Teniendo en cuenta lo anterior, se hace necesario conocer los planteamientos de
los autores Cuchumbé y Giraldo (2014), quienes afirman que una de las herramientas a
disposición de la ciudadanía para rescatar esos valores culturales reposa en el ejercicio
y la protección de los derechos culturales de las sociedades, los cuales por su carácter
de derecho colectivo e impersonal, pero al mismo tiempo enfocado en las características
propias de las comunidades, se convierten en garantías mínimas que deben ser
respetadas por los estados y demás entes públicos y privados. El reconocimiento de los
derechos culturales es una conquista histórica y en su actividad de defensa se encuentra
uno de los pilares de conservación de las tradiciones de las comunidades, que en el caso
de un escenario de postconflicto como el colombiano se hace tan necesario, puesto que
la transición hacia una comunidad de no violencia necesita del protagonismo de las
víctimas del conflicto colombiano, donde figuran comunidades que se definen en gran
parte por su tradición cultural.
En ese protagonismo de las víctimas se hace necesario un proceso que desarrolle
las ciudadanías culturales, las cuales son llamadas por Esparza y Zambrano (2021) como
las materializaciones históricas de la multiplicidad de quereres y de las personas en la
política, la cual es en la práctica atravesada e impulsada por sendos procesos de
diversidad cultural, la modernidad parece significar el hacerse ciudadano por voluntad
propia, lo que otorga identidades en el tiempo con razones específicas y precisas, y con
consciencia de un carácter particular y autónomo que además es racional, como si se
tratara de una construcción personal. En ese orden de ideas, para el autor en mención,
asumir la riesgosa situación de ser ciudadano implica transformarse, cambiar y
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desarrollarse; para él, ser ciudadano no es algo que se aprende en cursos escolares y
educativos, sino que esto se aprende en batallas privadas cotidianas, en reclamos en la
arena política, en la vigilancia de la función pública y de las entidades y funcionarios, en
la participación.
En adición a los planteamientos anteriores, el autor traerá a colación las
aproximaciones realizadas por Luhmann (1996) al lograr la elaboración una teoría
ambiciosa, coherente a través de la cual se describe la sociedad moderna como un
sistema. Constituido, no por individuos sino por comunicación, la cual se diferencia en un
conjunto de subsistemas funcionales cerrados por medio de códigos especializados: los
sistemas político, económico, religioso, artístico o jurídico sobre la cultura. Por su parte,
Raglianti (2005) planteo una aproximación a la cultura como un medio de comunicación
simbólicamente generalizado, lo que hace entenderla como valores y normas
tradicionalmente aceptados, y son procesados por lógicas sociales que ya han sido
construidos. Lo que se afirma que la cultura es como un mecanismo de reducción de
sentido, la cual se entiende como una estandarización de expectativas comunicacionales,
las cuales pierden el carácter de arbitrarias entre distintas comunicaciones, generando
un vínculo entre interacción y lenguaje. Una tercera aproximación afirma que a través de
la memoria de los sistemas, se almacenan las comunicaciones que deben conectarse
con las nuevas. Bajo este sentido, los sistemas de cultura necesitan olvidar para
nuevamente procesar comunicaciones, y la memoria facilita la realización de ese
proceso.
Una cuarta y última aproximación se encuentra al indagar sobre cómo se memoriza
al interior de los sistemas. Para el autor precitado esta actividad se realiza
selectivamente. Expone que el conocimiento condensa las observaciones, e involucra la
memoria como una acotación de expectativas para comunicar. La valía de las
comunicaciones radica en que, a diferencias de sociedades antiguas, la sociedad
moderna se encuentra fragmentada en distintos ámbitos de ordenamiento que no
guardan un centro o donde es más difícil encontrar puntos comunes. En ese punto, la
cultura entra como una herramienta fundamental para encontrar la unidad y la sana
convivencia dentro de la diferencia.
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Sin embargo, para que se lograra llevar todas estas teorías a una definición concisa
y precisa para el trabajo de investigación desarrollado, se debió acudir a lo esbozado por
Barrera (2013), el cual definió la cultura como lo siguiente: La cultura se construye en
forma interactiva por individuos en las relaciones sociales básicas de las personas y
responde a situaciones propias de territorio, etnia, edad y clase social, a las que hace
referencia la noción de subcultura. La cultura organizada socialmente tiene que ver con
procesos institucionales en el nivel macro, está se relaciona con las formas de pensar,
de ser y de actuar impuestas arbitrariamente por grupos dominantes y abarca la totalidad
de las interacciones sociales (Barrera, 2013).
Este autor compartió la tesis que la cultura es una construcción histórica e
incesante, dentro de la cual interactúan diversos factores como la memoria colectiva, los
puntos comunes y los fines sociales que en conjunto definen a un grupo de individuos
(ob.cit). Estos puntos comunes resultan difíciles de encontrar, y en el contexto actual
mundial donde la sobrepoblación y la inmigración son asuntos que afectan a todos los
estados y sus poblaciones, la actividad de encontrar puntos comunes se hace aún más
complicada, y su no consecución podría amenazar con desvanecer las memorias
colectivas de los territorios. Las fallas en un sistema generan problemas de diferente
índole. La dinámica cultura no está exenta a este tipo de situaciones, cuando se presenta
un problema en los sistemas de cultura se generan consecuencias negativas, algunos de
los efectos son de tipo social y/o en materia de participación ciudadana.
Principales fortalezas y debilidades en materia de cultura ciudadana en la
aplicación del sistema de cultura distrital en sectores afectados por el conflicto
armado
En esta sección se expusieron las distintas fortalezas y debilidades que se
identificaron en materia de sistemas de cultura ciudadana y si en verdad este sistema de
cultura beneficia el fortalecimiento de la participación ciudadana y si fomenta la creación
de posibilidades de reconstitución de comunidad política en los contextos afectados por
el conflicto
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En tal sentido, la organización Viva Trust (2005), entiende, a la cultura como la base
organizadora de la vida en sociedad, que no sólo regula las relaciones entre los hombres
al interior de su grupo humano, sino también, los vínculos con otras sociedades, así como
las relaciones con la naturaleza y lo trascendente. De acuerdo con Viva Trust (2005), la
cultura es, entonces, el hogar de la “intersubjetividad”, el espacio primario de los
aprendizajes y de la formación de la conciencia del ser. Es el campo donde se inicia y
conforman las identidades culturales. Éstas responden al espacio de las significaciones
y se constituyen en torno a dos componentes: pertenencia y referencia. La pertenencia
alude a “quién soy”, “de dónde soy”, “cl es mi arraigo”, “quiénes son los míos”, “cuál es
mi territorio”. La referencia por su parte, alude a “de quién me diferencio”, “a quiénes
considero los otros”, “desde donde comienza su territorio”, entro otros. Así, la identidad
es una permanente mirada a mi propia cultura respecto de la cultura de los otros.
Lo antes expuesto reafirma lo planteado por Galtung (2016), cuando dice que la
cultura tiene una importancia en la ciudadanía por lo útil que resulta la aplicabilidad de
los sistemas de cultura en las sociedades. Un sistema de cultura con metas claras,
aplicado de manera oportuna y efectiva, sin duda afectará positivamente el modo de
conducta de su sociedad, y los imaginarios colectivos que en ella se tengan. No solo es
vital para la vida en sociedad, sino que además es necesario para suprimir la cultura de
violencia imperante en la sociedad.
De acuerdo a la teoría de Calderón (2009), la violencia como concepto macro se
demuestra en tres tipos que se desarrollan y complementan entre sí: La directa, la
estructural y la cultural. La violencia directa, es aquella que resulta más visible y, por
ende, más identificable. Esta se presenta de manera manifiesta y normalmente se
expresa de manera física o verbal. Por su parte, la estructural y la cultural son mucho
más profundas que la directa, aunque son mucho más difíciles de identificar. La primera
hace alusión a la violencia que se encuentra legitimada en las instituciones que ejercen
el poder, por medio de leyes, políticas, organización de la sociedad e instituciones que
ejercen control; la segunda, hace alusión a aquellas manifestaciones que se encuentran
impregnadas en la psiquis del ser humano, y que son alimentadas por medio de procesos
cognitivos y culturales propios, de actividades sociales como la religión, la cultura, las
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tradiciones, los saberes cotidianos, el arte.
En ese orden de ideas, Álvarez (2013), plantea que los sistemas de cultura son un
engranaje de autoridades, normas, acciones y diversos actores locales que actúan con
el objeto de fortalecer la cultura en un determinado territorio. Muchas veces estos
sistemas de cultura existen, el clientelismo, la falta de educación y tolerancia no los deja
funcionar correctamente, a pesar de regirse a través de una normatividad local, nacional
e internacional y que sus fines son lograr la preservación de las manifestaciones
culturales de la comunidad, propendiendo por facilitar estos espacios y demás
demostraciones conexas. Si bien, estos sistemas de cultura existen, en la mayoría de los
casos las metas son poco ambiciosas o no llegan a los ciudadanos; de igual forma, se
considera que estos sistemas de cultura aún presentan muchas falencias, sobre todo en
el aspecto de lograr la participación de los distintos actores de la comunidad, así como
también de que sus metas puedan generar cambios sociales o faciliten la sana
convivencia, preservando las prácticas culturales y ancestrales
En cuanto, a la ciudad de Cartagena, es importante señalar que de acuerdo a las
estadísticas de la Secretaría del Interior y Convivencia (2020), no solo se presenta la
violencia directa, la cual es la más visible en la cotidianidad, y la que más se muestra en
los medios de comunicación. Hay que entender que existen otros tipos de violencias que
actúan de manera invisible, pero mucho más efectiva: la violencia ejercida por
instituciones que por medio de sus políticas desconocen derechos, excluyen grupos
sociales, reprimen y discriminan ciudadanos.
Incidencia de las actividades culturales frente a los Derechos Culturales y el
Derecho a la Participación Ciudadana
La evolución del concepto de derechos humanos está ligada a los procesos
históricos del mundo occidental. De esta forma, se suele considerar que la formulación
de los derechos civiles y políticos proviene del pensamiento liberal y las revoluciones
burguesas (principalmente de la Independencia de Estados Unidos y la Revolución
Francesa), mientras que los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) se
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fundamentan en las concepciones socialistas, Uprimny (1992) y tienen como sustrato
histórico las revoluciones obreras y campesinas.
Los derechos culturales están vinculados a estos procesos sociopolíticos, dan
respuesta a las demandas y reivindicaciones referidas. Aunque estos derechos forman
parte integral de los derechos humanos, en la práctica los derechos culturales han sido
una categoría subdesarrollada, a la cual se le ha prestado menos atención que a otro tipo
de derechos: civiles, políticos, sociales y económicos (Symonides, 2005). En cierta
medida, el subdesarrollo se debe a la complejidad, ambigüedad y carácter polisémico de
la palabra cultura, como también, a los diferentes modos de interpretar la forma en que
el adjetivo “culturales” modifica el sustantivo “derechos” en la expresión “derechos
culturales” (Prott, 2001).
La participación es un proceso social
¡Ésta resulta de la acción intencionada de individuos y grupos en busca de metas
específicas; en función de intereses diversos y en el contexto de tramas concretas de
relaciones sociales y relaciones de poder. La participación es un proceso “en el que
distintas fuerzas sociales, en función de sus respectivos intereses, intervienen
directamente o por medio de sus representantes en la marcha de la vida colectiva con el
fin de mantener, reformar o transformar los sistemas vigentes de la organización social y
política” (Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios USPEC, 2022, p. 2).
La participación la ejercen los ciudadanos
La participación ciudadana es ejercida por todos los colombianos, porque ellos son
poseedores de derechos y deberes, que actúan en función de unos intereses sociales
generales (educación, salud, vivienda, medio ambiente, cultura, entre otros.), o colectivos
(asociaciones de consumidores, gremios, sindicatos). Este tipo de participación, aunque
no tenga vinculación directa con los partidos políticos, tiene que ver mucho con el
Estado, cuando se trata de una intervención en el campo de lo público, es decir, en
asuntos de interés general y del bien común (Unidad de Servicios Penitenciarios y
Carcelarios USPEC, 2022).
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Todos son sujetos de la Participación
Sujetos de la participación son las personas que usan de mecanismos formales y
no formales para intervenir en la formulación de políticas públicas. Es decir, son los
protagonistas de la participación ciudadana como miembros de distintas instancias.
Existen dos categorías de agentes participativos. De un lado, los que actúan como
representantes de sectores específicos, tales como las Juntas Administradoras Locales,
los Concejos Municipales, entre otros. La segunda categoría, es la de ciudadanos y
ciudadanas, que directamente intervienen en escenarios públicos para informarse,
opinar, presentar iniciativas, fiscalizar la gestión pública o tomar decisiones. En este caso
se trata de participación directa, como por ejemplo, foros educativos municipales,
audiencias públicas (Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios USPEC, 2022).
Para finalizar, es importante destacar que la incidencia de los sistemas de cultura
buscan generar procesos de gestión participativa para el desarrollo y fortalecimiento de
la sana convivencia, generando procesos de desarrollo a través del fortalecimiento de las
capacidades de los actores, por medio de fortalecimiento de las organizaciones y
concertación de la poca oferta institucional en materia de cultura, construyendo con gran
esfuerzo un liderazgo capaz, democrático y honesto, ante esto se hace necesario
promover la constitución de instancias de participación en las dinámicas culturales que
se constituyan en promotoras del desarrollo, elevando con esto las capacidades
individuales y colectivas para insertarse en los diferentes procesos que se desarrollan
desde los sistemas de cultura.
Se hace necesaria la construcción de una gestión propia de las organizaciones de
base como una propuesta colectiva de desarrollo social, cultural y humano sostenible con
los diferentes actores del territorio, el proceso lleva a la visión compartida que tiene la
comunidad comprometida con la implementación de procesos exitosos de sana
convivencia, proceso entendido como elemento fundamental del empoderamiento que
permite generar herramientas para mejorar las condiciones de vida del territorio y ser
partícipe de su propio desarrollo.
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Eficacia de los Programas del Sistema Distrital de Cultura
Es necesario entender la cultura como una construcción histórica e incesante,
dentro de la cual interactúan diversos factores como la memoria colectiva, los puntos
comunes y los fines sociales que en conjunto definen a un grupo de individuos. Estos
puntos comunes resultan difíciles de encontrar y su no consecución podría amenazar con
desvanecer las memorias colectivas de los territorios, por lo que se hace imperante que
las comunidades se comprometan de manera cita a seguir manteniendo esos puntos
de encuentros culturales y sociales, los cuales, se construyen no solo en escenarios
públicos sino también en la privacidad cotidiana de la ciudadanía.
De acuerdo con los planteamientos de Padilla y Naranjo (2018), la existencia de
diferentes iniciativas, programas y proyectos culturales en Colombia encaminados a la
resolución de conflictos, reconciliación y construcción de paz, constituyen un factor
determínate en la construcción estable y duradera. La cultura pacífica se constituye en
un conjunto de procesos, acciones y situaciones que permitan que sociedades
fuertemente marcadas por la violencia y el conflicto logren avanzar hacia la sana
convivencia o transformar conflictos en relaciones pacíficas y sostenibles y estableciendo
que la cultura en sus diferentes manifestaciones es un mecanismo e instrumento de
memoria, reparación y de reconciliación.
El cambio de una cultura de violencia por una cultura de paz implica un ‘desarme’
social, político, económico y cultural de la sociedad colombiana, proponiendo proyectos
productivos, programas de educación y arte para la paz, ya que esta última tiene una
fuerte dimensión cultural. El mantenimiento de la no violencia en un escenario de post
conflicto implica la participación de amplios sectores de la sociedad colombiana en
especial las comunidades que vivenciaron décadas de violencia por lo que el programa
de desarrollo y paz del Magdalena Medio (PDPMM) al promover la integración. Barreto
(2015), representa un modelo integral, multidimensional y adecuado de construcción de
paz positiva y sostenible desde la base de una educación para la sana convivencia.
Desde el punto de vista de Álvarez y Marrugo (2016), la educación para la paz debe
ser implementada como una educación para la vida misma, por lo que su implementación
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en las instituciones educativas resulta un desafío al verse expuesta a riesgos, por eso se
cataloga a la familia como la mejor escuela para la formación ciudadana, donde los
padres son actores fundamentales en el desarrollo del fin de la cátedra de la paz. Los
autores concluyen que la paz debe trascender de la teoría a la práctica como una actitud
diaria, cotidiana, y como un modo de vida basada en el respeto de las diferencias, la
justicia y la equidad que permita una transformación real de las dinámicas de los Sistemas
de Cultura y por ende de la sociedad colombiana.
Es importante destacar que los autores Cortés, Torres, López, Pérez y Marín (2016),
afirman que las dinámicas positivas de los Sistemas de Cultura ayudan a que las
personas tengan un concepto positivo respecto al perdón y la reconciliación, por medio
de la interrupción de la reproducción de la violencia y la gestión pacífica de conflictos. Así
mismo, enfatizan en la indispensable necesidad de poner en contacto a los agresores
con sus agredidos, el uso de diálogo, reconstrucción de los hechos, reconocimiento de la
responsabilidad, arrepentimiento, compromiso de no repetición y, en algunos casos,
compensación.
Por otro lado, Álvarez (2013) analizan unas estrategias que permiten llevar a
cabo la formación de jóvenes que aporten a la construcción de cultura política
democrática, por lo que los autores destacan el arte, la creatividad y la lúdica, como
elementos indispensables su formación como seres humanos integrales y como actores
comprometidos con el sentido de lo colectivo, el desarrollo de su comunidad. Resaltan
que las organizaciones juveniles tienen la responsabilidad de integrarse al proceso de
construcción de una cultura política en sus municipios y comunidades, lo que implica que
los estamentos e instituciones gubernamentales deben redireccionar sus acciones con
enfoque integrado, interdisciplinario y con el uso de estrategias educativas que articulen
a los actores en los procesos de fortalecimiento de la Cultura de la Paz y Derechos
Humanos.
Según Romero (2011) la Cultura de Paz y Derechos Humanos busca construir una
actitud diferente ante las relaciones sociales, en las que se armonice la cultura, los
Derechos Humanos y la responsabilidad social para la concertación y la solución pacífica
de los conflictos, desde la pedagogía del conflicto y la exigibilidad de los Derechos,
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promoviendo el buen trato y generando una conciencia de equidad. En definitiva, un
objetivo de la Cultura de Paz y Derechos Humanos, en la Universidad Nacional de
Colombia, es propiciar la participación de los integrantes de la comunidad universitaria
en espacios democráticos, que permitan reflexionar sobre la responsabilidad de cada uno
de ellos ante la sociedad, aportar a la confluencia de diferentes posiciones e intereses,
donde se reconozca este ejercicio colectivo de respeto a la diversidad y a la diferencia,
desde los Derechos Humanos propios y ajenos.
Con relación a lo antes expuesto, Ramos (2016) realizó un recorrido por la historia
del surgimiento, legalización y construcción de la radio comunitaria en América Latina,
deteniéndose en el caso particular de Colombia donde el nacimiento de la radio
comunitaria estuvo determinado por la necesidad de contar con espacios de reflexión
sobre la diversidad, la diferencia y los Derechos Humanos, las características socio
económicas y el contexto del conflicto armado, resaltando que en el momento histórico
que atraviesa el conflicto armado por los acuerdos de paz están siendo puestas al servicio
de construcción para la paz.
Es importante destacar que Ayala, Rodríguez y Osorio (2016), en sus postulados
afirman que el arte y la arquitectura permiten la generación de espacios de representación
simbólica mediante la construcción de monumentos, placas, conmemoración de fechas
y recreación de hechos para el reconocimiento a las víctimas, sus historias de vida y la
representación de su dolor, lo que permite su reparación simbólica y la generación en la
sociedad de cultura de la memoria para la no repetición desde la definición de unas reglas
comunes. La carencia de reglas comunes claramente definidas, imposibilitan la
aplicabilidad normativa de los derechos culturales, lo que afecta más a países como
Colombia debido a las necesidades propias como el subdesarrollo y falta de claridad de
los organismos internacionales, condenando a las políticas culturales a un segundo orden
(Montero, 2004).
El Distrito Capital de Bogotá (2011), publicó un libro, en el que se puede apreciar
como el Gobierno de la capital ha jugado un papel preponderante en la consolidación del
giro multicultural colombiano. Ha tomado en serio la aplicación del marco constitucional
nacional traducción y reinterpretación local, liderando varias políticas culturales de
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reconocimiento y acción cultural (como las políticas para la población lesbiana, gais,
transexuales e intersexuales (LGTBI) o el mismo enfoque de derechos culturales).
Inclusive, es posible concluir que desde las políticas de la ciudad fluyen, se modulan y
traslapan discursos nacionales y globales sobre la equidad, la igualdad y la diferencia, y
se captan y administran fondos que a veces igualan, si no superan, los del presupuesto
nacional, convirtiéndola en una expresión significativa de protección de derechos
culturales.
Pasando a otro aspecto, los autores Valencia, Ramírez, Fajardo y Ospina (2015),
afirman que los niños y las niñas por ser una de las poblaciones s afectadas por el
conflicto armado en Colombia deben hacer parte fundamental en los procesos de
transformación y construcción de paz, su narrativa debe ser tenida en cuenta tanto en los
espacios de academia, como en los espacios de creación de políticas públicas de paz, lo
que implica dirigir la mirada hacia sus capacidades creativas, experiencias, potencias
individuales y relacionales vincularlos en la toma de decisiones y orientarlos en la
construcción de sus proyectos de vida lejos de la ilegalidad, violencia, vulneración de sus
derechos y situaciones propias del conflicto armado y la guerra.
Para finalizar con lo propuesto, se tomaron los postulados de Caviedes y Arteta
(2017), donde plantean no poner en riesgo lo logrado con las negociaciones y la firma
de los acuerdos de paz; es urgente que la sociedad Colombiana pase de la teoría del
concepto cultural de paz a la práctica en las diferentes etapas del postconflicto en
Colombia y contando con la representación de todos los actores del conflicto, paso que
es posible mediante la educación que no solamente se base en la enseñanza de calidad,
sino que integre la socialización del concepto de cultura de paz y justicia restaurativa en
todas las comunidades, barrios, rceles y sitios donde es necearía la reconciliación y el
cierre de las heridas del conflicto.
CONCLUSIONES
La Alcaldía Mayor de Cartagena de Indias, el Instituto de Patrimonio y Cultura de
Cartagena-IPCC, en la construcción de la política pública cultural, deben garantizar la
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participación activa de todos los actores gubernamentales y no gubernamentales,
quienes tendrán la posibilidad de exponer sus puntos de vista e intereses, los cuales
deberán ser tenidos en cuenta por las comunidades para la construcción de un imaginario
colectivo inclusivo; los planes, políticas y proyectos a realizar deben tener un enfoque
diferencial, esto, teniendo en cuenta la multiculturalidad de la ciudad de Cartagena de
Indias. Se debe garantizar un acceso libre y permanente a la información del estado de
los programas a desarrollar, garantizando a la comunidad la posibilidad de hacer
seguimiento a las actividades efectuadas.
Se hace necesario que el ente rector de la cultura en Cartagena promueva la
constitución de instancias de participación en las dinámicas culturales que se constituyan
en promotoras del desarrollo de la unidad comunera de gobierno, elevando con esto las
capacidades individuales y colectivas para insertarse en los diferentes procesos que se
desarrollan desde el sistema de cultura Distrital de Cartagena de Indias. En la ciudad de
Cartagena de Indias Colombia, los programas del Sistema Distrital de Cultura aplicados
en zonas afectadas por el conflicto son ineficaces, llaman la atención la falta de
concertación y armonía entre las formas de impartir la cultura entre las llamadas
autoridades locales, y aquellas personalidades que desarrollan actividades culturales en
su territorio. Es claro que existe una noción de cuáles son las autoridades en materia de
cultura por parte de los líderes y gestores culturales, pero asimismo estos desconocen el
objeto de las políticas y su desarrollo; en efecto, la gran mayoría asevera no conocer los
mismos y nunca haber sido parte de su formulación y ejecución.
Ahora bien, en referencia a si existen estudios sobre eficacia del Sistema de Distrital
de Cultura de Cartagena Colombia, se observó que estos no existen, lo que ha venido
generando consecuencias sustanciales e incidentes que no permiten una sana
convivencia desde el desarrollo cultural, causados por la falta de dinamización del
sistema de cultura: la poca participación ciudadana, la afectación del conflicto armado a
cientos de familias y la falta de políticas y programas culturales que den respuestas a las
necesidades de los cartageneros y cartageneras.
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CONFLICTO DE INTERESES
El artículo se hace de manera desinteresada, no genera ningún conflicto de interés.
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