Malavé, Y., Castillo, A. y D’Amico, A.
Revista Actividad Física y Ciencias Año 2024, vol. 16, Nª2. Segundo semestre / julio – diciembre
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Una relación de entrenador–atleta efectiva basada en la profesionalidad, en educar, enseñar,
orientar, formar, instruir, dirigir, apoyar, guiar, elogiar, potenciar y ayudar a su deportista, además
de estar basada también en el respeto, confianza, honestidad, comprensión, complicidad,
comunicación abierta, debates, cooperación, responsabilidad, empatía, integridad moral, cuidado
personal, seguridad y roles definidos al mismo tiempo que están conectados a conseguir los
mismos objetivos promoverá a que el atleta logre triunfos deportivos, aumente el esfuerzo y la
persistencia (Bartholomew et al. 2010), aumente su autoconfianza, admiración, autovaloración,
estima, motivación, incentivo, felicidad y satisfacción como también un desarrollo y madurez de
la persona (Jowett, 2003).
Entre estos aspectos, según Gould, et al. (2007), el respeto ha sido encontrado como uno
de los aspectos fundamentales en la relación, definido como tratar a los jugadores como personas,
hacerles sentirse como protegidas, valora la opinión de los demás, evita la crítica directa hacia
aspectos de su carácter o personalidad y en cuanto a los jugadores se puede definir como acatar
sus consignas, cuanto más respeto se tengan el uno al otro, mejor será la calidad de la relación
(Pockzwardowski et al, 2002).
Según Jowett (2007) los deportistas con altos niveles de confianza en su entrenador tienen
más probabilidades de alcanzar el éxito que en equipos donde falta esa confianza (Becker y
Solomon, 2005) Este aspecto ha sido considerado por Dirks (2000) como predictor del rendimiento
deportivo y de la misma manera el rendimiento deportivo es predictor de la confianza. Definido
como la capacidad de comunicarse libremente con la pareja y la seguridad y reducción de la
incertidumbre por el futuro, la confianza ayuda a que exista un estado emocional relajado y de
seguridad por lo que promueve un estado emocional positivo en ambos miembros de la pareja y
hace que la relación sea estable y satisfactoria (Jowett, 2003).
Según Anthonini Philippe y Seiler, (2006) la comunicación ha sido identificado como el
componente más esencial en la relación, puesto que ayuda a que ambos sujetos se conozcan mejor,
sirven de apoyo socia mutuo y ayuda a rebajar el nivel de tensión propio de la exigencia de la
relación deportiva. Estas charlas fuera y dentro de la práctica, ha sido destacada como uno de los
aspectos que hace la relación más cercana (Poczwardowski et al, 2002). Y resulta evidente que los
deportistas tendrán más probabilidades de buscar apoyo y consejo en aquellas personas que
consideren próximas, por lo que entre más ocurra la comunicación entre ambos sujetos más
aumentara la calidad de la relación, y entre más aumenta la calidad de la relación mayor es la
frecuencia de la comunicación.
Cuando existe este tipo de relación entrenador-atleta, los deportistas hayan mayor
sensación de logro, menor fatiga emocional y física y menor cantidad de sentimientos negativos
hacia el deporte, mayor confianza y motivación, menor presión psicológica, existe mayor
compromiso, mayor voluntad de cooperar con el líder y un mayor rendimiento a nivel competitivo
(Isoard et al, 2016).Sin embargo como se mencionó anteriormente, la relación entrenador-atleta
esta mutuamente relacionada y los comportamientos y conductas de uno afectaran al otro, así como
los entrenadores influyen altamente en el desempeño deportivo de sus atletas, los deportistas